Para ir al inicio pincha mi nombre:

Irmina

Zinnias danzarinas

Despiertan las zinnias al alba.
Alentadas por la brisa,
abren sus párpados pintados.
Aún adormiladas pero hermosas
disponen su selecto vestuario.

Ahora, parecen divertirse:
ensayan su gala de verano,
pues son alegres danzarinas
de renombre y gran prestigio.

Sus manitas verdes se entrelazan.
¡Qué cabriolas! ¡Qué «pirouettes»!
Me convenzo, cuando bailan,
de que realmente están chifladas.

En el cielo nítido y calmoso,
una obscura bandada de aves:
al menos cien intérpretes sinfónicos
con levitas negras y brillantes.

Las chicharras son coristas
que a un tiempo desentonan
su canción acompasada,
su frenética y desesperada cantinela.
¡¿Qué armonía?! ¡¿Qué cadencia?!

La luna hace mutis por el foro,
y el sol da luz al escenario.
¡Espectáculo inaudito! ¡Maravilla!
¡¡¡La función ha comenzado!!!

Soy espectadora solitaria.
Aplaudo, grito, lloro de contento,
siento brincar jubiloso el corazón.
Y en mi butaca preferida
a Dios, sin duda, experimento.

error: El contenido está protegido