¡Las nueve ya han dado!,
¡la noche ha caído!
¡y sigue dormido
Efrén en el pino!
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Los vientos lo peinan
con púas de éter.
Y un búho le dice:
«¿quién eres tú
que estás tan campante
metido en el pino? »
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La luna se enciende.
El niño, en sus sueños,
en ella se acuesta:
camita de perlas,
cunita de luz.
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¡Ay!, que Efrén se despierta,
que no está en la luna,
que sigue en el pino:
el pino divino,
el séptimo pino.
Comiendo piñones
ahora lo he visto.
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¿No tiene este niño
que hacer otra cosa
que estar en el pino?
¿No tiene deberes?
¿No tiene otro sitio
con tele y paredes?
¿No quiere pasteles
o darse una ducha
con agua caliente?
¿No quiere ir de compras?
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Y yo me pregunto:
«¿Será que en el pino
el mundo es distinto?»
