Déjame sobre la amada tierra descansar,
donde como polvo yacen otros.
No volveré sino convertida en claridad,
en la nube desde la que la lluvia se desploma.
Ya nada habrá de sorprenderme.
Déjame, déjame…
Déjame sobre la amada tierra descansar,
allí donde pisé con el brío de la juventud,
con la profundidad de mis sentimientos.
Entonces me saltaré el tiempo de la desdicha:
por fin seré yo misma,
nadie tendrá que despreciarme.
Déjame, déjame…
Déjame sobre la amada tierra descansar.
Ante mí cruzarán las ágiles gacelas,
en una carrera tan breve como eterna.
Al rosicler virará el sol su rumbo
y topará conmigo inexcusablemente.
Déjame, déjame…
Acogerán mis mil almas las piedras:
el duro topacio o la azul aguamarina.
Perdonaré aquello que causó mis lágrimas,
ay, aquello que quedó en el pensamiento.
Acaso ya nunca lo recuerde.
Déjame, déjame…
Déjame sobre la amada tierra descansar,
donde el silencio ha encontrado hueco,
donde el rododendro inclina su sombra
y toma un color de plácido nácar.
Ya no seré hermosa o imperfecta,
sino un susurro levemente perceptible,
un sonar de hojas llevadas por el viento,
un estar totalmente inexistente.
Déjame sobre la amada tierra descansar,
contemplar la luciente y violenta luna
cuando del negror viene a descolgarse.
Entonces, los vigorosos ciervos bramarán
y exhalarán un perfume de almizcle y fronda.
Ocuparán las aves —¡oh, volar como ellas,
volar tras ellas!—el esplendor de la primavera,
el véspero otoñal o el bochorno del estío.
El escarlata de la rosa se mantendrá intacto,
inalterable, tan entero como terso.
Déjame, déjame…
Déjame sobre la amada tierra descansar.
Porque a estas alturas ya nada me consuela.
Déjame, déjame…
Mis enemigos, aquellos que me odiaron,
agitarán sus banderas al viento
y con una francachela celebrarán mi muerte.
Les concederé el privilegio de olvidarme.
Déjame, déjame…
Déjame sobre la amada tierra descansar.
Desde las cumbres a los llanos y la arena
la violácea nieve bajará hasta fundirse.
Déjame, déjame…
Déjame sobre la amada tierra descansar,
donde como polvo yacen otros.