Para recordar, romero.
Para los pesares, pensamientos.
Tantas Ofelias como flores fueron.
Tantas Ofelias como flores son.
Hinojo, aguileñas, hierba de la gracia
regala Ofelia entre realidades y demencias.
Una margarita entre sus manos.
Noche y viento al corazón.
¡Al corazón!
Las violetas se han andado con los muertos.
¿Para qué vivir?
¿Por qué morir?
Donde crece el sauce oblicuo,
donde el inclinado sauce habita,
perfumadas guirnaldas hace Ofelia
con ranúnculos, ortigas, margaritas y orquídeas.
Mientras, la ausencia del ausente
—Hermosa Majestad de Dinamarca—
y todos sus divinos juramentos…
¿Quién dijo amarla?
¿Quién?
Cantando, cantando Ofelia.
Cantando Ofelia. Y muriendo.
El amor de un día y el quebranto
rondan por su mente deslucida y paseante.
Cantando, cantando Ofelia.
Cantando Ofelia. Y muriendo.
Muriendo en el cielo del agua calma:
calma, calma tal que el agua quieta.
Para dormir tanto pesar.
Para dormir tanto pensar.
«Flores sobre la flor».
«Flores sobre la flor».
Tantas Ofelias como flores fueron.
Tantas Ofelias como flores son.