Es el lugar en el que me encuentro:
jardín de cerezos de un rosa tan leve
que pienso que es blancura de azucenas.
La grisalla, demasiado distante para mi vista,
pudiera ser un alcotán bajo una nube
hilada como un huevo en una sopa azul,
en una sopa caliente, sabrosa, nutritiva.
Los jóvenes duermen en su palacio.
No quieren sopa.
El hueso de jamón se ha enranciado.
¡Quién sabe qué cosa desean!
Un pliego. Su única condición:
No padecer de pena alguna…
La grisalla, que es de un volar oscuro
y veloz, parece irse acercando.
Ni Dios tiene siempre razón.