Por un momento pensé que era viernes.
Me asaltó la duda porque soñaba con pájaros
y con un ánfora repleta del mejor vino.
Oh, cuando el tiempo es un hueco profundo
y tu mirada también es fiesta en mi corazón.
Pero hoy no es viernes; es un día triste,
sombrío, sin pájaros y sin tu mirada;
es un día dejado de la mano de Dios.
En mitad del Universo estás, amado,
esperando que el ciclo de la vida cambie,
que lo lejano llegue hasta mis manos,
como la luz del Sol cuando amanece
y quiere ofrecerme su luz y su calor.
No sé de otra Naturaleza más nefasta
y despreciable que esta que nos acompaña.
Me he confundido miserablemente,
y ella me ha dejado exhausta y en el abismo,
por donde cae una anochecida cenicienta.
Creo que nada hay que se pueda hacer.