«Modérate, modérate», me digo.
«No bebas de esa copa ardiente
si no es para enturbiar el corazón
o disparatar el pensamiento».
Me he apostado en tu camino
—agitados por el vendaval
mi alma y el holán de mi vestido—
a esperar que el tiempo nos reúna.
Todo me ha parecido imposible: tú.
Pero dime que estoy junto a ti.
Dime que estoy contigo,
No me cansaré de escucharte,
no me cansaré nunca.
Dime, dime cuanto quieras:
no he de perder el hilo.
Yo llevo la risa en la boca,
pero guardaré silencio cuando digas.
¿Estás junto a mí?
¿Estás aquí conmigo?
Dime, dime cuanto quieras.
Si tú supieras que te escucho…