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Irmina

Martillito del alma

Hoy he muerto.
Continuamente muero.
¿Por qué es tan sencillo morir?
¿Por qué de entre mis esquilmados yos
el más bello es aquel que muere?
¡Clavelito rojo: martillito del alma
con que clavas tu alegría!

Nunca he dejado de morir.
Moriré cuando me ignores
y pronto digas que no entiendo nada.
Pero sabes que no moriré del todo.
Sólo el más generoso y valiente
de esos tantos yos que soy lo hará.
¡Clavelito rojo: martillito del alma
con que clavas tu alegría!

He muerto por ti ya tantas veces
en esta cruel guerra de rencores,
falsedades y trágicas ofensas
que no sé vivir sin esta muerte.
¡Clavelito rojo: martillito del alma
con que clavas tu alegría!

Cada vez que mi yo pierda su pulso
será para nacer de nuevo.
En la palabra, en lo incierto,
en lo cierto, en el silencio,
en lo absoluto, en lo eterno nacer.
¡Clavelito rojo: martillito del alma
con que clavas tu alegría!

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