Tantas son las cosas que me rondan…
Tantas son las cosas que me rondan:
campano que a las puertas de mi casa
suena su tañer de hierro
y que en la entretela del ánimo esconde,
vacía sus metálicos temblores.
No es sonido cojo y balbuciente,
no es fláccida llamada sino estallido corvo
e infinito convocando a la aventura.
Pienso en los estorbos, en las sombras
y estacadas que me pone el diablo mundo.
No me retenga la vida. Ninguno me detenga.
Parto sin miedo hacia Edemburga.
Tantas son las cosas que me rondan…
Tantas son las cosas que me rondan:
armadura de bruñido argento
—los cueros que me envuelven—,
la llave que abrirá el lugar al cual retorno,
los términos que me embellecen.
Ni magia ni fortuna ni milagro,
sólo el leve prodigioso de una llama…,
allí donde la luz no me socorra,
allí donde se me marcharán los pasos,
allí en el lugar donde me espero.
Tantas son las cosas que me rondan…