Era la más dichosa novia:
una esplendorosa desastrada,
una fina y desatinada estrafalaria
nacida en cuna de oro y plata
con patitas de madera.
¡Cuánto te quería, amor!
¡Cuánto te quería!
Con un ramito de begonias
y un calado velo sobre el alma,
volando iba hacia el tálamo bruñido
donde impaciente me aguardabas.
¡Cuánto te quería, amor!
¡Cuánto te quería!
Embellecida por la vida,
el pecho floreado y palpitante,
en el talle una perlada rosa
y en el ancho corazón la risa.
¡Cuánto te quería, amor!
¡Cuánto te quería!
Por el sendero bullicioso
y flanqueado de esmeraldas
iban y venían los pensamientos,
mientras mi ramito colorado
se iba poco a poco desmayando.
¡Cuánto te quería, amor!
¡Cuánto te quería!