Para ir al inicio pincha mi nombre:

Irmina

IV

En la primavera de 1910, Carmit recibía un comunicado dando por admitida la desaparición de Sibi. La notificación judicial y notarial que acreditaría legalmente su pérdida tardaría años en llegar. Sibi nunca apareció, como nunca apareció el capitán. El mar, que nos había separado de una dramática forma, nos unía de una manera maravillosa, inevitable, comprensible… Nuestra vida en Pont d´Illa era el homenaje mejor que podíamos ofrecer a los ausentes, algo que debía hacernos enorgullecer.

Tratamos de darle sentido a esa forma de vida que hemos aceptado como necesaria. Es el simple hecho de vivirla con conciencia plena lo que le proporciona un digno valor. Por más absurda que pueda parecer, mi vida pertenecía a la categoría de entendible: mi visión racional de las cosas me permitía estar inmerso en una misión vital, justificada y meritoria. Acepté el significado de mi vida, aunque no siempre pensé de la misma manera.

error: El contenido está protegido