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Irmina

Helada

En el cielo de ondulante y frío metal
palpita el delgado sol de los inviernos.
Minúsculos topacios se quiebran en mi frente.
Transparencia azul al borde de los ojos.
Al borde de los ojos el azul del frío:
frío de hielo y desafecto.
En el pecho, el mudo color y el ártico sentir.
No estoy sola:
una imagen de piedra cristalina,
arrellanada al borde del camino, me acompaña.
Nunca queda atrás, nunca, nunca,
pues es milagro todo lo que miro.
Y todo es límpido, puro, luminoso,
luminoso, luminoso, puro…
En el cielo de ondulante y frío metal
palpita el delgado sol de los inviernos.
Y todo es límpido, puro, luminoso,
luminoso, luminoso, puro…

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