Comprende, Atémpuru, que no he venido
a nacer sino a morir. A morir he venido.
Comprende que acelere yo la estrategia
de mi devenir. Ese es el arte de vivir.
No temas, Atémpuru,
será tras la llegada del otoño,
cuando marchen las aves hacia el sur
con sus quillas dispuestas para navegar.
Evitable fatum es.
Las veré pasar (a las aves navegantes).
Y me arrimaré a la vida.
Y rozaré —al pasar del viento,
al pasar de las aves bajo la celeste curva—
con mis manos a cada una de esas aves.
Sí, será el soñar de mi destino.
Ay, Atémpuru, mañana será siempre.
Prueba a no querer este evitable fatum.
Como siempre, incongruencia.