Anida un fiero pájaro en tus ojos,
que agita sus alas sin descanso,
que hurga con su pico en mis pupilas,
que clava sus garras en el alma.
Acecha el negro pájaro escondido,
el negro pájaro anhelante.
Y esperando que te mire,
sin dejar que te contemple,
abre su pico hiriente
para más herirme todavía.
Anida un fiero pájaro en tus ojos…