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Irmina

El encuentro

Memento finis

Descansados mis brazos sobre el río
—en esta hora trémula y confusa—,
acaso el fluir del agua y de mi sangre
detenga la péndola del tiempo.
Cordón de acero. Pórtico de piedra.
Mis ojos ya anochecen,
y mis labios oran débilmente.
Todo en rededor se va extinguiendo;
agostándose está el pensamiento.
Sólo figuraciones, murmullo, niebla…
Niebla…
Adiós, vida, adiós.
Adiós, adiós al sentimiento.
Ya mi ser me pertenece.
Descansados mis brazos sobre el río
—en esta hora trémula y confusa—,
acaso el fluir del agua y de mi sangre
detenga la péndola del tiempo.
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