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Irmina

Dalias

Siento que las dalias me provocan.
Y dice ser cada una la más linda.
Tierno y colorido enjambre, raro ovillo
que se enrolla en mis sentidos,
tibio seno rescatado de los bosques.
Dulce perfil ante las negras sombras,
el de una dalia entre mil dalias.

Siento que las dalias me seducen
cuando al sol se mecen con ligera danza.
Y yo confieso ante las dalias
mi deseo perpetuo de adorarlas.
De su tenue aroma, ¡ah, sí!,
de su tenue aroma me alimento.
Dulce perfil ante las negras sombras,
el de una dalia entre mil dalias.

Y por ser de la mañana principesca,
por ser de los dioses su contento,
por ser pompón de esmerado frunce,
siento que las dalias me fascinan.
Dulce perfil ante las negras sombras,
el de una dalia entre mil dalias.

Reto al cielo, que hizo cada dalia
—cada una la más bella,
cada una la más fina—,
a inventar flor que la supere.
¡Oh, corazón de dilatados pétalos,
distinguida flor de la armonía!
Dulce perfil ante las negras sombras,
el de una dalia entre mil dalias.

Estas dalias me perturban y enamoran.
Y descubro cada dalia diferente:
tan distinta de una otra,
tan preciosa cada una
que no hay flores si no hay dalias.
Dulce perfil ante las negras sombras,
el de una dalia entre mil dalias.

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