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Irmina

Cada día

Cada día, un ángel —centinela del alma—
desde el confuso cielo me despierta.
En el encrespado cielo, que simula
ser mar de aguas blancas y azulinas,
levanta el ángel el vuelo cada día.
Callado, vacío, desnudo de atavíos,
sin más vestido que su luz inmaculada,
el eterno ser mi quebranto lleva.
Pero cada día el ángel se me escapa
arrancando de mi corazón la calma.
Ay, su espíritu infinito cuando
el corazón rompe a llorar me ronda.
Y sé que desde el añil del viento,
cada día, el ángel a mi ánima regresa.
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