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Irmina

Anémona nemorosa

Nadie la anémona miró, porque mil rosas
entre risas sus encantos desataron.
La rondalla no calló ante tal belleza,
ni cayó la tarde sobre tanta rosa.
Lloró la anémona: la flor del viento lloró.
Las mil rosas alumbraron la mañana
con el fuego indecoroso de la aurora.
Lloró la anémona: la flor del viento lloró.
Y sintió un silencio de púrpura en su alma,
un silencio como de sangre sin aroma.
Lloró la anemona: la flor del viento lloró.
Nadie la miró.
Nadie la vio.
Nadie contó sus lágrimas, que eran tantas
como las mil hermosas rosas eran.
Mil rosas entre risas sus encantos desataron.
Lloró la anémona: la flor del viento lloró.

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