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Irmina

Aleteo

Aleteo de mis brazos emplumados,
porque quieren mis alas desmandadas,
mis alas de pájaro sin acomodo.
Quiero agafar la rama más cercana a Dios.
Pretendo besar el limbo de una verde hoja
de algún árbol cubierto de misericordia.
Pero las ramas del bosque que sobrevuelo
se han tronchado… Quebradas están,
tan rotas que han gemido al desprenderse.
Veo a lo lejos, en mi pensamiento de ave,
la bella piedra que enamoró mis ojos y mi alma.
Es un recuerdo penetrante…
Y rezo con mi voz de pájaro
esperando que me escuche quien no me oye.
Llegaré a Edemburga, llegaré.


Puse mi corazón (en una escala del uno al veinte) al veinte.
Pues es el diez el estado de excelencia:
ese estado del que presumen otros,
ese estado en donde no hay ni soles ni sombras,
ni tranquilidad ni estragos,
ni bien ni mal porque todo es válido.
Puse mi corazón al veinte.

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