Para ir al inicio pincha mi nombre:

Irmina

Acebuche

¡Cuántos instantes se han ido para siempre!
¡Cuánto un día tuve que hoy no tengo!
¡Cuánto este rugoso tiempo se me fue llevando!
Amagada en el verdor del aceituno viejo,
vestida de niña asilvestrada,
las trenzas sobre el alma bella,
sin sentir ni un minuto de un tiempo que se iba,
me dormía. El temor que nos convierte,
la luz que nos construye,
la rancia pátina en el áncora partida,
la roma punta de una lanza,
una única y desnuda hoja en la rama,
mi sombra en mil formas desplegada.
¡Cuántos instantes se han ido para siempre!
¡Cuánto tuve un día que hoy no tengo!
¡Cuánto este rugoso tiempo se me fue llevando!
Contenta y reposada,
ajena a las horas que pasaban, me dormía:
el rizado del viento arrastrándome los sueños.
Bajo el verdor del aceituno viejo,
nadie más que yo había.
error: El contenido está protegido