Miento a escondidas.
Y a escondidas,
bajo una losa revestida de laureles,
planeo mi venganza.
Con una pulcritud extrema
me dejo llevar hasta la muerte.
Si no hubiese convertido la razón en sentimiento,
permitido que un sueño se llevara el tiempo,
tanto me daría…
Miento a escondidas.
Es más, a escondidas vivo.
Vivo bajo una losa cubierta de laureles
en donde planeo mi venganza.
Con una pulcritud extrema afino mis plumas:
alguna idea en bajo vuelo.
Juego a hacer infinitos montículos de tierra,
pero las formas se me van desmoronando
y por sepultarme acaban. No hay aire,
pero siento un viento pernicioso penetrar en mí.
Miento a escondidas.
Y a escondidas,
bajo el laurel del triunfo y la piedra del tormento,
planeo una venganza digna de dioses.
Me dejo llevar…
Me dejo llevar hasta la muerte.
Si no hubiese confundido los segundos con el éter…
Miento a escondidas.
Es más, a escondidas vivo.
Escondida, como el radiante rayo de luz
que oblicuo cae sobre los claros,
planeo una venganza digna de dioses.
¿Será que vuela el lobo
y aúlla el gavilán?
Miento a escondidas.
Es más, a escondidas vivo.
Vivo bajo una losa tapizada de laureles.
En el silencio de la noche coriácea
planeo mi venganza,
una venganza digna de dioses.
Si no hubiese confundido los segundos con el éter…
Con una pulcritud extrema planeo mi venganza.
Me dejo llevar hasta la muerte.